Quien se deje llevar por este telar de palabras e imágenes, quien consiga enredarse entre las atarrayas verbales o seguir la yedra trepadora de sus frases sencillas hasta encontrar el botón a punto de florecer en cada uno de estos relatos de Clara Nava, sabrá que en este primer racimo de desnudeces se entreteje el alma de quien ha sabido observar, disfrutar, odiar y amar a una comunidad que tiene comprometida su libertad entre el cielo, la playa y el mar.