Superar el equilibrio entre ficción e información fue el gran reto de Todos los caminos son nuestros donde se pudo disfrutar la dimensión lírica con descripciones interesantes de la vida de los gitanos, contadas a partir de los personajes que conforman la novela. Contradicciones que la cruzan en el sentido de una construcción de identidad nos permitieron gozar de una apología de tolerancia racial, del amor y la familia.