Este poemario es constancia de un poeta que, antes que ser un “hombre de letras” es un ser humano que se ha permitido lo que pocos: dejar que el nervio se abra paso por debajo de la piel para sentir el viento de la existencia en todas su complejas facetas. El ojo de la aguja sigue de cerca aquello que proponía Whitman en su Canto a mí mismo : “Me celebro y me canto a mí mismo. / Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, / porque lo que yo tengo lo tienes tú / y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.” En este libro, Armando Pereira muestra una voz poética comprometida sí, con la estética de la lengua, pero sobre todo, con el hecho de estar vivo y saber que el tiempo nos atisba desde sus trincheras. Carlos Pineda